31 ago 2011

BENAFIGOS: LUGAR DE MUCHOS Y BUENOS AMIGOS

Sin acudir a documento alguno sobre el tema, o sea, de memoria, en base a mi experiencia personal y a mis conocimientos sobre la cuestión, quiero hablarles un poquito sobre Benafigos, el pueblo montañero de la provincia de Castellón; pueblo bello, singular, y muy ignorado y desconocido para el trotamundos en general.

Mi triángulo de las Bermudas particular, lo constituyen, desde hace cincuenta y cinco años, Vistabella, Chodos y Benafigos. Dichos tres pueblos, forman un trío realmente fantástico, constituyendo unos territorios realmente magníficos en cuanto a paisaje, belleza natural, medio ambiente, gastronomía, historia, y “paisajane”, etc.

Vivií un año en Chodos ejerciendo de maestro,- experiencia inolvidable, buenos amigos-, he subido 43 veces el Peñagolosa y he hecho preciosas excursiones por las tierras de Vistabella, y viví casi dos años en Benafigos, pueblo con el que nunca he roto el cordón umbilical, y en el que hice una exposición de acuarelas, del que he recorrido el término, en el que he hecho dos años de mantenedor de las fiestas, y en el que tengo buenos amigos.


En todos estos pueblos, hay cosas interesantísimas para quienes saben apreciar la belleza natural, la buena comida, y el trato con las gentes buenas y sencillas, por ejemplo.

Benafigos, el que hoy me ocupa especialmente, es sin duda un hermoso pueblo, conservado como hace muchos años atrás en su estructura urbana, con aires morunos en su estética particular, situado en lo alto de una cima, a cerca de 1.000 metros de altura, y desde el que se contemplan bellísimas panorámicas, mires a donde mires, e inmensas lejanías por la parte levantina. Y es, además, un pueblo muy poco conocido, en general, tal vez por su situación especial, singular, distinta y privilegiada, en altura impresionante, circundada de profundas barrancadas, y un tanto lejos de la vía más directa, Adzaneta Vistabella.

Digamos que sus gentes son, por tradición, discretas, sosegadas, conformadas, fuertes, nobles, resistentes, resignadas, y muy apegadas a lo suyo, como corresponde a quienes vienen, desde muy lejos, de luchar contra vientos, soledades, dificultades, aislamientos y obstáculos sin fin para hacer digna una supervivencia nunca fácil. Quienes han tenido que salir, han aportado al nido cimero, lo necesario para que, en la actualidad, no falten ideas, juventud, ilusiones, y otras culturas acordes con los tiempos modernos, de manera que el equilibrio, es ideal para gestionar cambios sustanciales, necesarios y desde luego, esperados. Nunca debería alterarse el equilibrio necesario, pues el pueblo tiene unas características -su ubicación privilegiada, su entorno tan peculiar, su formato, su estructura tan original-, muy distintas a la inmensa mayoría de los pueblos de la provincia.

Benafigos tiene un término municipal ideal para poetas, artistas, caminantes profundos, filósofos, gentes en busca de su identidad, o del sosiego espiritual más restaurador y definitivo. Entre sus encinares o pinadas, con un aire perfumado, limpio, puro, natural, cerca del cielo, rodeados de altas colinas y barrancos profundos, el espíritu se renueva, y los ánimos reviven de manera muy marcada.” La soledad es la patria de los fuertes, y el silencio su oración”... allí, todo eso es realidad al poco de recorrer soledades, entre una naturaleza acogedora, seria, aseada, muy bellamente activa, sin nada que ver con otros entornos más publicados, más manipulados, más ofrecidos “para dar el pego” y salir del apuro, buscando dineros a cambio. Allí arriba, en el altiplano o en las profundidades del Montlleó, por ejemplo, en los llanos boscosos de la Vall D'uxera, o cerca del Coll del Vidre, o simplemente por las veredas cercanas, entre antiguas paredes, avellanos, enebros, huertecillas y fuentes amigas, observando infinitos azules, y respirando aires serranos murmurantes y sugestivos, el visitante culto, bienintencionado, de alma sensible, hallará paz y auténtica salud para el alma y el cuerpo.

Y si ese caminante solitario, además, es persona de fe, allá abajo, en una de las ermitas más hermosas de toda la provincia (las he recorrido todas durante años), por su paraje, por su historia, por su encanto arquitectónico, encontrará a la Virgen de la Ortisella (lugar de huertos), rodeada de fuentes entre la floresta generosa y susurrante, dispuesta al consuelo y la ayuda en las horas de la angustia.



Dicen las gentes -normalmente aquellos que no saben absolutamente nada más sobre el pueblo- aquello tan manido de “Benafigos, pocos y mal avenidos”... y a uno le entra la risa más escéptica e irónica posible; En Benafigos pasa exactamente lo mismo que pueda pasar en cualquier otro pueblo de España, en cuanto a afectos, amores, fidelidades, desencuentros, desamores, convivencias, rencillas, uniones o desuniones, dimes y diretes. Convivir, nunca jamás ha sido fácil para pueblo alguno a través de la historia, y en Benafigos pasa lo mismo. El autor de la frasecita tuvo que cavilar muy poco, pues figos y amigos suenan parejos. Con mejores intenciones, pudo haber soltado por ejemplo, Benafigos, donde es fácil hacer buenos amigos, o Benafigos, visita sin minutos perdidos, o tal vez, Benafigos, donde todos son bienvenidos; Benafigos...imposibles los olvidos, tras haberlo saboreado sin prisas... Yo me quedo con Benafigos... el de mis buenos amigos.(Y ahora es cuando me acuerdo de Los Juanes, de los Pepes, de los Manolos, de Luis, de Alfredo, de Angelino, de Teodosio, (el que más sabe sobre la historia local; todo un personaje) de los hermanos de Manolo, de Chimo, de Adolfo, de Elías, de Lucas, de Julián etc. y de todas sus bellas mujeres. Gente buena, donde la haya).
Los que no conocen de nada el hermosísimo lugar, hablan con cierto desdén para hacer el chiste fácil,-la ignorancia es muy atrevida-, pero quienes, desde un deseo noble y sano de encontrar cosas distintas y bellas, lo visitan y lo disfrutan, volverán sin duda alguna, y lo recomendarán.

Está cerca de la capital, y tan solo, desde Adzaneta, tiene ocho kilómetros de puertecillo, desde el que se van contemplando preciosos paisajes y un valle hermosísimo. Una vez allí, al entrar, es aconsejable desviarse hacia la derecha, dirección Vistabella, y a un kilómetro y poco más, dejar la carretera y tomar un caminito cuesta abajo, hasta, en cinco minutos, llegar al paraje de la ermita. El camino será muy pronto reparado y asegurado debidamente con los “quitamiedos” reglamentarios, es de desear, pues las últimas lluvias, nos lo dejaron realmente fatal. (Una bien plantada mujer, joven, bella, con fuerza e ilusión, la nueva alcaldesa, sin duda revolucionará lo necesario, acertadamente, por el bien de todos)). Es cuestión de un poco de paciencia. No por ello, uno debería dejar de visitar el pueblo en cuanto tenga un hueco en su agenda, porque de verdad de verdad, merece la pena.

Llegado al lugar, será oportuno recorrer sus callejuelas y desde cualquier ventana callejera, contemplar las impresionantes lejanías que el mirador ofrece.

Antes de comer,- de ello hablamos enseguida-, es oportuno tomar, por ejemplo, el camino a la izquierda que nace inmediatamente después del cementerio, más abajo del precioso calvario, y caminar una hora o dos por aquellas veredas de buen pisar, entre encinares, masías, huertos y sosiego embriagador; ladrará algún perro lejano, cantará un gallo, se escucharán las campanas dando las horas, y cantarán los pajarillos, mientras la brisa acariciadora, nos traerá a la memoria, recuerdos y nostalgias de los tiempos pasados... todo entre silencios de esos que hablan: ¡una delicia!. Si traes un libro, siéntate a la sombra de cualquier espesura, y si quieres meditar a fondo, cierra los ojos, olvidate de todo, y déjate llevar; si no te duermes en cinco minutos, te acercarás mucho al nirvana de los diosos... o volarás más allá. Los campos están solitarios, y son nobles, amigos... de fiar.


Y luego, vete a ver a la familia Piedad, Joaquín, y el hijo Jordi. Este joven, con ideas, parece que ha encontrado el camino, y ha tomado el relevo, armando el taco. Cerca del pueblo, ha reconstruido lo necesario para ofrecer, con el título de “mas dels Albis”, turismo rural con capacidad para doce personas. Conozco el lugar. ¡Un privilegio!. Más calma, mejores vistas, más quietud y armonía, más recogimiento, ¡imposible!.

Y en el pueblo, donde el bar de Piedad y Joaquin “de siempre”, la nueva cocina en el ahora “Restaurante Ca Felipo”, con la cocina típica del Maestrazgo con toques de autor; cocina fina, selecta, muy bien servida, y a precios muy, pero que muy interesantes; cantidad, calidad, mucha amabilidad...y buena gente.

Y si no te quieres complicar la vida, siempre puedes pedir lo de siempre: buen jamçon, buenas chuletas, unos huevos fritos, chorizos, botifarra, ajo-aceite, buen postre y un excelente carajillo, el bebedizo del Maestrazgo y del Bajo Aragón por antonomasia, y uno de los mejores del mundo. El pan y el vino, allí, siempre son buenos, y el ambiente, en general, de ensueño.

Podría seguir hablando de Benafigos un par de horas más, pero no hay que abusar de nada ni de nadie; así es que, lo dicho. Si no conoces Benafigos, no tardes, y no lo dudes. Busca Adzaneta -precioso pueblo en todos los sentidos-, vete dirección Vistabella, y toma la carreterita ascendente hacia el nido de águilas, con aires morunos, aparca en las amplias plazas junto a la antigua iglesia, saluda a la gente,- a la buena gente-, y goza, vive, disfruta, llénate de Benafigos, un pueblo de pocos, pero buenos y amigos. Y después, vas y lo...cuentas. Pero cuéntalo a gente especial, educada, sensible, culta y buena, para evitar que, con alguna visita no deseada, se tenga que escribir aquello de: “No permitas que los demás digan de tí, que todo aquí era bello, hasta que tu llegaste”. Todo el mundo ama a su pueblo; al menos, todo bien nacido. Y con respeto, se puede ir a todas partes. En Benafigos, sin duda, encontrarás muchas de las cosas que, tal vez demasiadas veces, las buenas gentes añoran y necesitan. ¡Vive la experiencia... creo, honradamente, que no te arrepentirás!.

Y si andas bien de tiempo, al abandonar el pueblo, vete hacia el Coll del Vidre, y luego, gira hacia Vistabella, en la rotonda a la derecha, y sube a Vistabella, o vete, a la izquierda, hacia Chodos; en cualquiera de ambos pueblos, rematarás la jornada “divinamente”. Otro día, te hablaré de los otros dos hermosísimos puntos de mi “triángulo de las Bermudas particular”. ¡Gloria bendita!. Hasta luego, amigos.

José Miguel García Beltrán.


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